--¿Qué tenés, vos? ¿La enfermedad de la risa?
A simple vista se podía comprobar que todos los demás pasajeros habían sido, ya, sometidos a tratamiento médico, y estaban completamente curados.
Sombríos, graves, esos rostros del Museo de Cera atravesaban la ciudad de Montevideo, de casa al trabajo, del trabajo a casa, a salvo de cualquiera de las locuras que en el mundo acechan.
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